"El joven escribiente contempló al resto de integrantes del grupo, pensando en lo variopintos que eran: dos guerreros, un ladrón, una aprendiz de hechicera, una excamarera convertida en curandera… Sí, eran un grupo pintoresco. Poco que ver con los héroes distinguidos y gallardos de sus libros de caballeros. Seguramente la realidad de la vida aventurera era esa: propicia a unir personas de cualquier tipo y condición, y de temperamentos a menudo discordantes…"
El grupo protagonista de esta historia se compone de seis jóvenes de distintas edades y procedencias, todos ellos con un duro pasado que les empuja a emprender la búsqueda de un paraíso olvidado: el escribiente Quelbos, soñador e idealista, a cuyas manos llega el enigmático mensaje revelándole la existencia de Aretsán, el dios olvidado; los veteranos Ansp y Galdwynn, hastiados de su vida de guerreros mercenarios; la huérfana y atormentada aprendiz de hechicera Síndir; la tan hermosa como irritante Arcris, cuya belleza es un imán para los problemas; y el oscuro Ertys, un ladrón movido únicamente por la codicia y por su afán de vengarse de un esquivo enemigo que con un puñal dejó en su cara una fea cicatriz.
Las escasas referencias a un dios bondadoso, muy alejado del que han conocido siempre, y la posible existencia de un paraíso en la tierra que les permitiría alejarse de un mundo invadido por la violencia, la crueldad y el egoísmo, lleva a estos seis jóvenes a embarcarse en una búsqueda que pondrá a prueba su determinación y transformará sus vidas.
Tras ellos se lanzarán, con distintas motivaciones, monjes, políticos, soldados y toda clase de personajes. Uno de ellos resultará tan feroz, perverso y tenaz como enigmático: Waldam, el Karnat. Un guerrero cuyo misterioso pasado y secretas intenciones son únicamente superados por su astucia, brutalidad y perseverancia.
Y en lo más profundo del Monasterio de Neroga, también las almas del Más Allá han estado largo tiempo esperando que la gesta de Los Buscadores de Aretsán diese comienzo. Ha llegado el momento de regresar al mundo de los vivos.